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lunes, 29 de julio de 2013

TIEMPO DE REFLEXIÓN


Hace tiempo, un viajero visitaba el desierto de Egipto. Llevaba consigo mucho dinero, ropaje lujoso y varios saquitos llenos de monedas de oro.
Sucedió que, visitando una de las pirámides, el hombre dejó olvi­dados dos saquitos de monedas de oro. El viajero se dio cuenta de su olvido cuando ya llevaba varias horas de haber abandonado aquella pirámide. Con gran enojo decidió regresar en busca de su oro. Cuando estaba cerca de la pirámide descubrió a un hombre moribundo que había agotado toda su comida y sufría desespera­damente por algo de comida y agua. Estaba a punto de morir y no había nadie que le pudiera prodigar auxilio.
El viajero se bajó de su camello y él mismo le dio alimento y bebi­da al pobre hombre. Después, los dos regresaron a la ciudad y, desde entonces, fueron muy buenos amigos.
Años más tarde, cuando el viajero contaba esta anécdota, excla­maba con júbilo: "Pensar que me lamentaba de haber olvidado aquellos sacos de oro en las pirámides. Si no hubiera sido por eso, yo no hubiera regresado para ayudar a aquel hombre y, segu­ramente, él habría muerto".
Los acontecimientos de la vida son misteriosos, pero si de algo debemos estar seguros es de que en cada situación que vivimos se nos presentan siempre dos opciones: Tenemos la oportunidad de huir, odiar o traicionar... o la oportunidad de crecer, madurar, amar y ayudar a los demás.

Proverbios 17:17  En todo tiempo ama el amigo; 
 para ayudar en la adversidad nació el hermano.


A veces Dios dispone de situaciones en la vida que parecen contrarias a nuestros planes, sin saber que lo que se esconde tras ello es la posibilidad de servir, de conocer una problemática y de amar a los demás no solo como un amigo, sino como a un hermano en Cristo, reconocer en los demás al Creador es el comienzo de reconocer en los demás la imagen de Dios, y poder ver en ellos la posibilidad de Servir a Cristo,, muchos me han dicho, me hubiese gustado haber vivido en los tiempos de Jesús, para servirle, amarle, pero no se dan cuenta que Él está aquí presente y aun está diciendo, como lo dijo en la Cruz, “tengo sed”, tengo sed de justicia, de que en el mundo se haga la voluntad de Dios y no la voluntad egoísta del hombre. Bien se dice que en los tiempos de dificultad podemos reconocer quienes son nuestro verdaderos amigos, y nosotros que queremos servir a Dios, tenemos en los demás la oportunidad de verle como a un hermano y ayudarle, mostrándole la misericordia y el amor que Dios ha depositado en nosotros, para que más que nuestras palabras, encuentren ayuda en tiempo de necesidad, apoyo en la tristeza, consejo en la incertidumbre, y aliento cuando las fuerzas se han ido. Que seamos estandartes del amor de Dios e toda situación, que sin importar las circunstancias que vivamos, podamos servir al propósito divino con entrega y pasión.
REFLEXIÓN 
Por: Camilo Sastoque

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