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lunes, 30 de octubre de 2017

TIEMPO DE REFLEXION


Un cargador de agua de la India tenía dos grandes vasijas que colgaba a los extremos de un palo y que llevaba encima de sus hombros. Una de las vasijas tenía varias grietas, por donde perdía lentamente parte de su contenido, mientras que la otra era perfec­ta y por ello conservaba toda el agua hasta el final del largo cami­no a pie, desde el arroyo hasta la casa del aguador, pero cuando llegaban, la vasija rota sólo tenía la mitad del agua.
Durante dos años completos esto fue así diariamente, desde lue­go la vasija sana estaba muy orgullosa de sus logros, pues se sabía perfecta para los fines para los que fue creada. Pero la po­bre vasija agrietada estaba muy avergonzada de su propia imper­fección y se sentía miserable porque sólo podía hacer la mitad de todo lo que se suponía que era su obligación.
Entonces, la tinaja quebrada le habló al aguador así, diciéndole: "Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo porque debido a mis grietas sólo puedes entregar la mitad de mi carga y sólo obtienes la mitad del valor que deberías recibir".
El aguador, le dijo compasivamente: "Cuando regresemos a la casa quiero que notes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino".
Así lo hizo la tinaja. Y en efecto vio muchísimas flores hermosas a lo largo, pero de todos modos se sentía apenada porque al final, sólo quedaba dentro de sí la mitad del agua que debía llevar.
El aguador le dijo entonces: "¿Te diste cuenta de que las flores sólo crecen en tu lado del camino? Siempre he sabido de tus grie­tas y quise sacar el lado positivo de ello. Sembré semillas de flores a lo largo del camino por donde vas y todos los días las has rega­do; y por dos años yo he podido recoger estas flores para decorar mi hogar. Si no fueras exactamente como eres, con todo y tus defectos, no hubiera sido posible crear esta belleza".

2Co 4:7 Pero tenemos este tesoro en vasijas de barro para que se vea que tan sublime poder viene de Dios y no de nosotros.

Cada uno de nosotros ha sufrido sus propias grietas. Todos somos en algún aspecto como esa vasija agrietada, pero debemos tener pre­sente que siempre existirá la posibilidad de aprovechar nuestras propias "limitaciones" para que, en vez de sufrirlas, logremos sa­car de ellas el mejor provecho, y que si están allí, de seguro para algo han de servir. Todo aquel que ha sido quebrantado y luego recibe el consuelo de Dios, es útil para consolar a aquellos que sufren, quien ha sido débil y ha madurado, luego puede ayudar a quienes buscan la madurez. Dios usa todo nuestro quebranto, depresión, tristeza y angustias para forjar en nosotros la imagen de Cristo. Para que al crecer y madurar luego de haber sido quebrantados llevemos fruto apacible de justicia. La reflexión de hoy nos hace pensar y ser agradecidos por todo aquello que Dios permite en nuestras vidas para quebrantarnos, pues al hacerlo, aunque duela, luego seremos siervos más útiles a su servicio, quien no ha sido quebrantado no podrá entender el sufrimiento del prójimo, pero sí en cambio sufrimos podemos ser útiles en nuestro llamado a servir. El pasaje bíblico nos recuerda que somos vasijas de barro moldeadas a gusto de nuestro hacedor, para que todo lo que hagamos muestre la gloria de aquel que nos creó. Las vasijas de barro son usadas en hogares humildes, para que con la misma humildad todos puedan reconocer la grandeza de nuestro Señor y Salvador.

GUIA DE ESTUDIO
¿Has sido quebrantado alguna vez?
¿Como piensas que Dios ha usado tu quebranto?
¿Ha sido útil el quebrantamiento sobre tu vida?
¿Qué has comprendido luego del quebrantamiento?


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