Páginas

miércoles, 22 de febrero de 2017

ESTUDIO BÍBLICO 1 JUAN 3

Resultado de imagen para biblia
ESTUDIO BÍBLICO
Por: Camilo Sastoque
Ministerio Unidad de la Fe

1Jn 3:1  ¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre,  que se nos llame hijos de Dios!  ¡Y lo somos!  El mundo no nos conoce,  precisamente porque no lo conoció a él.
Fijar nuestra atención es significativo para nuestro desarrollo, porque nos confirma el ejercicio del dominio propio, por eso Juan nos pide que nos fijemos e el gran amor que ha entregado el Padre al llamarnos hijos aceptos delante de su presencia. El mundo no puede reconocernos porque no pertenecemos a él, pero todo el que procede del Padre puede reconocer en nosotros la obra de su amor.
1Jn 3:2  Queridos hermanos,  ahora somos hijos de Dios,  pero todavía no se ha manifestado lo que habremos de ser.  Sabemos,  sin embargo,  que cuando Cristo venga seremos semejantes a él,  porque lo veremos tal como él es.
Somos hijos, ahora sentimos la pertenencia a Dios, aunque somos hijos aún falta por ser manifestado aquello que hemos de ser, semejantes a Cristo, se nos ha concedido un gran privilegio, que se hará evidente en el momento en que Cristo vuelva a manifestarse.
1Jn 3:3  Todo el que tiene esta esperanza en Cristo,  se purifica a sí mismo,  así como él es puro.
Todo aquel que anhela con la confianza del Señor se purifica a si mismo cuando elige rendirse a Dios, cuando elige con virtud, cuando deja de lado el pecado y cuando es consciente de sus pensamientos, pues su pureza hace que nosotros vayamos en pos de ella.
1Jn 3:4  Todo el que comete pecado quebranta la ley;  de hecho,  el pecado es transgresión de la ley.
El pecado puede ser concebido desde la mente del hombre, pero al ser puesto por obra es que se quebranta la ley, pues el significado del pecado es la trasgresión o falta a la ley.
1Jn 3:5  Pero ustedes saben que Jesucristo se manifestó para quitar nuestros pecados.  Y él no tiene pecado.
Juan nos permite reconocer y entender que Jesucristo tenía un propósito claro al manifestarse a la humanidad, no vino por casualidad, sino porque tenía que ser así, porque de ninguna otra manera el hombre hubiese podido recibir el perdón por sus pecados.
1Jn 3:6  Todo el que permanece en él,  no practica el pecado. Todo el que practica el pecado,  no lo ha visto ni lo ha conocido.
¿Cómo podemos evitar el pecado?, permaneciendo en él, y ¿Cómo permanecemos en él? Teniendo comunión a través de la oración, la meditación de las escrituras y la comunión con los hermanos. Pues quien se ha encontrado con el Señor ahora es consciente del pecado y lo evita con todas las fuerzas de su corazón.
1Jn 3:7  Queridos hijos,  que nadie los engañe.  El que practica la justicia es justo,  así como él es justo.
El engaño proviene de una mente que habla pero que no obra conforme a la verdad, el engaño solo puede mantenerse en palabras, no en acciones. Por eso la práctica de la justicia en nuestro diario vivir es lo que nos permite el privilegio de ser justos por hacer de su justicia la nuestra.
1Jn 3:8  El que practica el pecado es del diablo,  porque el diablo ha estado pecando desde el principio.  El Hijo de Dios fue enviado precisamente para destruir las obras del diablo.
Aquel que tiene como algo frecuente e inconsciente la práctica del pecado entonces pertenece a la misma naturaleza maligna del adversario, porque el pecado también ha sido su estado natural, por ello Jesús tuvo que ser enviado a la humanidad para que las obras que provienen de esa naturaleza fuesen destruidas al habitar en la naturaleza divina del Padre.
1Jn 3:9  Ninguno que haya nacido de Dios practica el pecado,  porque la semilla de Dios permanece en él;  no puede practicar el pecado, porque ha nacido de Dios.
Para quienes nacemos en Dios la práctica del pecado como una costumbre ya no es posible porque la semilla dela naturaleza divina en nosotros nos conduce a permanecer en la presencia del Señor, abandonando todo aquello que nos conduce a pecar.
1Jn 3:10  Así distinguimos entre los hijos de Dios y los hijos del diablo:  el que no practica la justicia no es hijo de Dios;  ni tampoco lo es el que no ama a su hermano.
Existen dos cosas que distinguen a los hijos de Dios de aquellos que no lo son, primero la práctica de la verdad y la justicia se convierte en algo parte de su diario vivir, así como el amor para con su prójimo. Es obvio que esto no ocurre en un solo momento, parece ser parte de un proceso por medio del cual se nos brinda la oportunidad de poner en práctica todo aquello que aprendemos y el amor para con el prójimo. Entre más permanecemos en la presencia del Señor entonces más se hacen manifiestos la práctica de la justicia y el amor para con el prójimo.
1Jn 3:11  Éste es el mensaje que han oído desde el principio:  que nos amemos los unos a los otros.
Recordemos que este es el resumen de la ley, que nos amemos los unos a los otros, pero este amor no puede ser demostrado en palabra, sino con acciones. Quien ama a su hermano ha cumplido la ley, pero si no cumple con ella entonces no pertenece al Padre.
1Jn 3:12  No seamos como Caín que,  por ser del maligno,  asesinó a su hermano.  ¿Y por qué lo hizo?  Porque sus propias obras eran malas,  y las de su hermano justas.
Caín al permitir que sus pensamientos y acciones fuesen dirigidas por el maligno asesino a su hermano, pues dispuso hacer aquello que no pertenece a la justicia y decidió seguir a su naturaleza carnal influenciada por el maligno.
1Jn 3:13  Hermanos,  no se extrañen si el mundo los odia.
El odio surge de la incomprensión y la inconsciencia, y el mundo está lleno de ella, por lo tanto no podemos esperar algo diferente, más cuando somos una luz que fastidia a las tinieblas.
1Jn 3:14  Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a nuestros hermanos.  El que no ama permanece en la muerte.
La vida de Dios hace manifiesto con ello el hecho de que su amor es ahora nuestro amor también, por eso surge en nosotros un amor especial para con los hermanos en la fe primeramente y luego para con el prójimo. El que no ama no tiene a Dios, no tiene su vida, y permanece en estado de muerte espiritual, porque aunque no muere físicamente, su espíritu se encuentra muerto a lo espiritual.
1Jn 3:15  Todo el que odia a su hermano es un asesino,  y ustedes saben que en ningún asesino permanece la vida eterna.
El odio es irracional, es demente, es inconsciencia, si ha encontrado cabida en tu interior la vida espiritual de Dios, entonces el odio debe empezar a desaparecer porque es incompatible con el amor, es todo lo contrario y donde habita el amor, el odio no puede permanecer, si permanece entonces la vida de Dios no se ha manifestado en el individuo, simplemente está engañándose a sí mismo.
1Jn 3:16  En esto conocemos lo que es el amor:  en que Jesucristo entregó su vida por nosotros.  Así también nosotros debemos entregar la vida por nuestros hermanos.
Y ¿cómo podemos saber que es el amor? El amor no son palabras, no son expresiones de cariño, el amor no puede ser definido en palabras, por eso la escritura pasa a demostrarlo a través de la acción, el amor es un acto que nos conduce a la luz, porque surge de ella y vuelve a ella. Jesús entrego su vida en un acto de amor, para que nosotros comprendiéramos que la vida no tiene sentido sin amor, y que nuestra vida no importa si dejamos de lado el amor por los hermanos y el prójimo.
1Jn 3:17  Si alguien que posee bienes materiales ve que su hermano está pasando necesidad,  y no tiene compasión de él,  ¿cómo se puede decir que el amor de Dios habita en él?
Si alguien ha descubierto la vida y el amor de Dios en su interior, comprenderá que el no accionar ese amor para con el prójimo, solo le conducirá al ensimismamiento, a llenarse de sí mismo e ir en contra de la luz. Pero aquel que observa el sufrimiento de su hermano y siente compasión, y con ello actúa compelido por ese amor, entonces en el habita la vida, si solo se piensa en sí mismo no hay vida, solo ego, pero quien deja de pensar en sí mismo para ir en pos del todo, ese aunque posea bienes materiales demuestra que el amor de Dios habita en él.
1Jn 3:18  Queridos hijos,  no amemos de palabra ni de labios para afuera,  sino con hechos y de verdad.
La paternidad de la escritura no es una paternidad similar a la que ejercen los padres modernos, no es una paternidad controladora, dependiente, es más bien todo lo contrario, es una paternidad que busca el bienestar del hijo espiritual, que busca formarle, que le exhorta a seguir la verdad y a amar por sobre todo. El amor no está en las palabras, no habita en lo externo, pertenece al ámbito de lo interior y como tal solo puede ser demostrado con acciones que revelen su naturaleza, como cuando hablamos con la verdad y cuando nos entregamos en servicio a los demás.
1Jn 3:19  En esto sabremos que somos de la verdad,  y nos sentiremos seguros delante de él:
1Jn 3:20  que aunque nuestro corazón nos condene,  Dios es más grande que nuestro corazón y lo sabe todo.
La verdad se revela a nuestro corazón condenando toda obra de maldad, también nos permite reconocer la grandeza de Dios que ahora habita en nuestro corazón y todo lo conoce, entender que él todo lo sabe y reconocer aquello que nos condena es limpiarnos de toda maldad
1Jn 3:21  Queridos hermanos,  si el corazón no nos condena,  tenemos confianza delante de Dios,
1Jn 3:22  y recibimos todo lo que le pedimos porque obedecemos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada.
Cuando ese proceso se ha llevado a cabo en lo más íntimo de nuestro ser, nuestro corazón deja de condenarnos, cuando habla del corazón se refiere a nuestra conciencia, para que ahora surja esa confianza que nos permite pedir al Padre por nuestras necesidades conforme obedecemos en nuestro interior a su llamado y amor.
1Jn 3:23  Y éste es su mandamiento:  que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo,  y que nos amemos los unos a los otros,  pues así lo ha dispuesto.
Ahora se nos ha dado el privilegio de confiar para creer en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, de modo que por medio de su obra redentora podamos mostrar el amor de Dios entre todos a los que creen y a los que no.
1Jn 3:24  El que obedece sus mandamientos permanece en Dios,  y Dios en él.  ¿Cómo sabemos que él permanece en nosotros?  Por el Espíritu que nos dio.

Aquel que obedece al llamado de Dios en su corazón a través de la conciencia puede permanecer en Dios y Dios en él, en un estado de unidad perfecta. Así podemos saber que su Espíritu esta en nosotros y nosotros permanecemos en él. El mandamiento de Dios no solo surge de las escrituras, nuestro interior nos constriñe a seguir la luz y todo lo que ella representa, cuando lo hacemos entonces obedecemos su mandamiento.

11 comentarios:

  1. Buenas tardes, gracias por hacerme entender mejor la palabra, es una bendición, me gustaría el estudio bíblico de todo Lucas si lo suben porfavor.gracias bendiciones

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Amen, aun nos encontramos terminando ese estudio, esperamos poder tenerlos pronto disponibles

      Borrar
  2. Amen gloria a Dios me hiciste comprender mejor la palabra muchas gracias😊💜✨

    ResponderBorrar
  3. Que interesante asi se entiende y es mucho mas facil. Gracia

    ResponderBorrar
  4. Gracias por compartir el estudio de la Palabra 🙌

    ResponderBorrar
  5. Bendecidos sean por el SEÑOR, todas las personas que con sus explicaciones, "abren el cielo" para mi y tantos otros..!!

    ResponderBorrar

Gracias por compartir con nosotros. Bendiciones