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domingo, 15 de enero de 2017

PREDICA DOMINICAL - NO HAY REGALO INMERECIDO

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PREDICA DOMINICAL
Por: Camilo Sastoque
Ministerio Unidad de la Fe

NO HAY REGALO INMERECIDO

Juan 1:16 De su plenitud todos hemos recibido gracia sobre gracia,

INTRODUCCIÓN

El mundo no da nada de gratis, todo lo hace por un motivo. El que da para caridad quiere ser reconocido, quien dona un terreno quiere que a ese lugar le pongan su nombre, quien hace algo espera recibir algo a cambio, así funcionan las cosas en este mundo caído, todo es por vanidad. Pero con Dios las cosas son diferentes, para Dios no funcionan las cosas basadas en vanidad o por motivos egoístas, para Dios la salvación es una cuestión de verdad y esencia, por eso nunca permitió que se permeara de la naturaleza humana, por eso dice la escritura: “Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios”.
Pero quien en un mundo caído creería que algo puede provenir de forma tan desprevenida y de tal forma que sea dada a alguien que no se lo merece. El hombre cree en el merecimiento, por eso siempre encontraras personas diciéndote que te lo mereces, que es por tu esfuerzo, tu dedicación o tu gran inteligencia, pero quien en su sano juicio consideraría dar algo a alguien que no se lo merezca. Quien daría perdón a quien nos ofende, quien daría de comer al necesitado, si pensamos: -es que no trabaja, es perezoso-. Quien daría honor a un andrajoso o a un desconocido, aunque sea un profeta ungido del Señor. Cuando medite en la gracia me encontré con un concepto que no cabía dentro de mi raciocinio por más que me repetía lo que era, parecía más inconcebible su sentido, así que me di a la tarea de meditarlo con mayor intensidad, porque no cabía en mí, me repetía: “no hay regalo inmerecido”, todo tiene un precio, todo tiene un propósito, ¿cómo que he recibido algo que no merecía?.

DESARROLLO

Quien, sino alguien diferente a nosotros podría mostrarnos la verdad de la gracia, un regalo inmerecido que no cabe en la mente del hombre, pero que surgió en la mente de Dios. Solo alguien diferente a nosotros, único e inigualable podría concebir en su ser, dar algo sin necesidad de merecimiento alguno, sin necesidad de premiar algo, o de exaltar el ego de alguien. Los premios y regalos en el mundo se dan para exaltar la vanidad y el ego del hombre, para diferenciarlo del resto, para decirle que es el mejor en algo o para conseguir algo de esa persona, nadie da nada sin un merecimiento, pero Dios dispuso de un regalo inmerecido, solo para mostrar la incompetencia del hombre; ni el más poderoso, ni el más veloz, ni el más rico pueden alcanzar la gracia divina que Dios da conforme a su propio designio. Un día puedes sentirte el hombre más agraciado del mundo y a la semana siguiente, al otro día, al otro año, puedes tener los peores momentos de tu vida, no hay quien haya sentido que la gracia de Dios lo ha abandonado del todo y quien no haya probado sus delicias.
La gracia se hizo manifiesta a la humanidad en forma de un ser especial, el Hijo para que al cumplir con su propósito terrenal pudiera hacer efectiva la gracia para salvación de los hombres por medio de la fe. Solo entonces la gracia cobro un valor aun mayor, en donde ya no solo dio favor ante los hombres, sino que concedió favor ante el Todopoderoso. Esta es la gracia una verdad que se revela al corazón del hombre que cree en Jesucristo, que aprende a reconocer su pecado y su impotencia para alcanzar a Dios por medio de cualquier método humano.
Mi mente siempre ha tratado de engañarme haciéndome creer que puedo alcanzar la gracia de Dios conforme a mi comportamiento, a mi santidad, a mi oración, a cualquier cosa que yo pudiera hacer, pero la verdad es que siempre he terminado dándome cuenta que Dios es soberano y el da su gracia como él quiere y cuando quiere, no como yo quiero que sea. Unas veces me ha liberado de situaciones que pensé que no podía salir, en otras me he sentido abandonado cuando más he suplicado, pero entonces recuerdo que su soberanía y voluntad no están para hacer lo que yo quiero, sino para que se cumpla su voluntad, con la cual me ha dado grandes lecciones, aunque duelas y me incomoden siempre me han ayudado a bien.

CONCLUSIÓN

¿Puede un hombre cuestionar la gracia?, no. La gracia es lo que Dios quiso que fuese, una realidad tan palpable y visible para el creyente y una mentira e ilusión para el incrédulo. Poder y favor divino para el que confía, y una valiosísima enseñanza para el que se siente fuera de ella.
Aprendamos a valorar la gracia que nos fue confiada en Cristo para salvación y tratemos de vivir una vida en santidad, poniendo por obra sus mandamientos, amando a Dios por sobre todas las cosas, y amando a nuestro prójimo, aun cuando no sea cómodo lo que nos toque vivir.
He meditado y meditado sobre esta verdad, y siempre encuentro algo maravilloso en ella, y aunque mi mente no pueda confiar en un regalo inmerecido, yo no vivo por lo que veo o siento, sino que aprendo cada día a vivir por fe y para fe.


Oremos, Señor que tu iglesia aprenda a valorar la gracia de la cual nos has hecho participes, que no la malinterpretemos, que reconozcamos nuestra debilidad y nuestra falta de entereza al afrontar la vida espiritual, junto con nuestra intención de buscar de ti no solo por tu favor, sino porque encontramos en ti reposo y vida para nuestras agobiadas almas, amen.

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