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domingo, 8 de noviembre de 2015

PREDICA DOMINICAL - LA SABIDURÍA


NUESTRA PREDICA DOMINICAL
Por: Camilo A. Sastoque M.
Ministerio Unidad de la Fe

LA SABIDURÍA

PASAJE:
Santiago 3:13-17  ¿Quién es sabio y entendido entre vosotros?  Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre. Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón,  no os jactéis,  ni mintáis contra la verdad; porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto,  sino terrenal,  animal,  diabólica. Porque donde hay celos y contención,  allí hay perturbación y toda obra perversa. Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura,  después pacífica,  amable,  benigna,  llena de misericordia y de buenos frutos,  sin incertidumbre ni hipocresía.

INTRODUCCION
¿Qué es la sabiduría?, el diccionario lo define como un conjunto de conocimientos que se adquieren mediante el estudio y la experiencia, otra definición dice que es la facultad de las personas para actuar con sensatez, prudencia o acierto, pero ¿es esta la sabiduría de la que Dios habla en las escrituras?
La biblia menciona que existen dos tipos de sabiduría: una terrenal y una espiritual (o divina). La terrenal no pertenece a Dios, pertenece al ámbito de lo natural y lo diabólico como lo expresa el v.15 del pasaje, esta sabiduría aunque parezca brillante, no lo es, su fin es destrucción, pues solo produce celo, amargura, incertidumbre, hipocresía, contención, jactancia y mentira.
Pero entonces ¿cuál es la sabiduría divina, esa que proviene de lo alto?, si bien es cierto la sabiduría se evidencia en la facultad que tiene una persona para actuar con paz, benignidad, misericordia, y está llena de buenos frutos, la sabiduría de Dios tiene que ser, antes de poder hacer todo lo que ella muestra.
DESARROLLO
Las escrituras son claras en mostrarnos a Cristo como la sabiduría de Dios (1Cor 1:10), el temor de Dios como el comienzo de la sabiduría (Salmo 111:10, Prov. 1:7), la sabiduría como un don de Dios (Prov. 2:6) y la necesidad de esta para obrar conforme al propósito de Dios.
Pero en realidad, ¿comprendemos lo que ella significa?, creo firmemente que no, y quiero ayudarte a descubrirlo. La sabiduría de Dios es la mente de Cristo operando en el hombre, no dice la escritura en 1Co 2:16 “Porque  ¿quién conoció la mente del Señor?  ¿Quién le instruirá?  Mas nosotros tenemos la mente de Cristo”. Cuando recibimos al Señor como nuestro Señor y salvador, nos hacemos participes de su naturaleza, y en ella está incluida la mente de Cristo, una mente espiritual en unidad con la nuestra que nos permite operar conforme al propósito de Dios en amor.

Saber no es lo mismo que conocer, como correr no es lo mismo que caminar. El hombre cree saber, pero él solo puede conocer. El saber es superior, más profundo, para saber algo necesitas experimentarlo en tu interior, el conocimiento proviene de lo exterior, le conocimiento te es entregado, el saber llega por intuición, esta es la sabiduría de lo alto.
Obrar con sabiduría no es posible para el hombre natural, solo para el hombre espiritual, aquel que se ha entregado a Dios con devoción para ser trasformado, recibiendo el regalo de su gracia, para poner por obra sus mandamientos y cumplir con el propósito encomendado.

CONCLUSIÓN

Quienes buscamos de Dios, necesitamos de esta sabiduría para ser antes de hacer, solo cuando nuestra mente está llena de la mentalidad de Cristo podemos ser efectivos en lo que hacemos para Dios.

Para que nuestra mente reciba la mente de Cristo, debe ser sometida por el dominio propio para reconocer en la medida de su gracia, cuando la mente de Cristo nos guía y estimula para obrar. Al someterla dejamos de lado toda incredulidad, todo negativismo, toda pesadumbre, toda perturbación, todo celo, toda contienda, en fin, todo aquello que no proviene de la naturaleza divina. Al saber mediante la sabiduría divina, dejamos de lado toda limitación de la mente que nos impide ver lo terrenal desde la perspectiva divina.

Oremos, Señor pedimos y clamamos porque tu sabiduría sea depositada en abundancia sobre nosotros, para que podamos tener la mente de Cristo y obrar conforme a tu voluntad, anhelamos cumplir el propósito que has dispuesto para nosotros, pero sabemos que sin sabiduría ello será imposible, permítenos consolidar nuestro desarrollo en tu gracia, para saber conforme a la naturaleza divina. Amen.



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