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miércoles, 30 de enero de 2013

ESTUDIO BÍBLICO ROMANOS 8


ESTUDIO BIBLICO
Por: Camilo Sastoque M.


Rom 8:1  Por lo tanto,  ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús,* ya no hay condenación, juicio o sentencia adversa para los que están y permanecen en unidad  con Cristo.
Rom 8:2  pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me* ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Pues por medio de Cristo la ley o regulación del Espíritu Santo que da vida a mi espíritu y me guía en mi corazón  me da libertad del yugo, o poder que la ley del pecado y la muerte ejercían sobre mi vida.
Rom 8:3  En efecto,  la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder;  por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores,* para que se ofreciera en sacrificio por el pecado.  Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, la ley de Dios o sus mandamientos fueron anulados por el poder que opera en nosotros debido a nuestra naturaleza pecaminosa inherente al ser humano, de allí que la ley no pudo ejercer su poder para liberarnos, debido a que Dios conoce y entiende esto envió a Jesús en similares condiciones del ser humano, no iguales porque el nació libre de esta naturaleza de pecado, aunque fue tentado, rechazado y puesto a prueba como todo ser humano, cuando habla de semejante a nuestra condición lo habla con respecto a la naturaleza de pecado que opera sobre la carne, que fue como Jesús se manifestó, hecho hombre, pero sin mancha ni pecado para que pudiese ser ofrecido como cordero sin defecto a manera de sacrificio por el pecado de la humanidad. Así fue dictada la sentencia sobre la naturaleza de pecado la cual ha sido destinada para destrucción.
Rom 8:4  a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros,  que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Condenada nuestra naturaleza pecaminosa por el pecado que opera en ella, las justas demandas de la ley o sea todo lo que ella expresa o prohíbe se puede cumplir en nosotros, pues ya no vivimos para satisfacer las demandas de esta naturaleza sino vivimos para satisfacer lo demandado por la naturaleza espiritual que Dios ha renovado en nosotros por el Espíritu Santo.
Rom 8:5  Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza;  en cambio,  los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. Esta es una característica primordial de todos aquellos aun creyentes que son dominados por la naturaleza pecaminosa y es que fijan, ejercitan su mente, se entretienen o están siempre dispuestos para los deseos que esta naturaleza pone en sus mentes para dominar su voluntad, mientras que los que viven por el Espíritu, se sujetan y obedecen al Espíritu, ponen, ejercitan, y están siempre dispuestos en su mente, corazón y voluntad para hacer lo que Dios desea que hagamos.
Rom 8:6  La mentalidad pecaminosa es muerte,  mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz.  Una mente contaminada y dominada por el pecado conduce a muerte espiritual, mientras que una mente renovada por el Espíritu e su forma de pensar conduce a vida espiritual y paz en nuestros corazones.
Rom 8:7  La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios,  pues no se somete a la ley de Dios,  ni es capaz de hacerlo. Una mentalidad contaminada por el pecado es enemiga de Dios pues hace y contradice todo lo que proviene de Dios, no es capaz de someterse debido a su orgullo y arrogancia que le hacen creer e indisponerse contra la verdad, pues no tiene el poder para liberarse por sí misma por tanto al someterse a ella se hace esclavo de ella.
Rom 8:8  Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Los que viven s vida bajo el dominio del pecado y de la naturaleza de pecado en sus vidas les es imposible por si mismos agradar a Dios, pues la naturaleza de pecado es orgullosa y el orgullo es contrario a la humildad que pide Dios para agradarle.
Rom 8:9  Sin embargo,  ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu,  si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes.  Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo,  no es de Cristo. Sin embargo los que se han unido a Cristo en su muerte, sepultura y resurrección ahora viven según el régimen y la guía del Espíritu. Es un terrible error creer que porque asistimos a una iglesia, porque tenemos una religión entonces por ella y por nuestros supuestos actos de bondad entonces somos de Cristo, falso, somos y le pertenecemos a Él, cuando tenemos a Su Espíritu, de allí que por más que nos esforcemos por tratar de comportarnos como creyentes verdaderos al final de los tiempos será revelada nuestra realidad espiritual, por eso debemos anhelas ser bautizados con el Espíritu Santo y obedecer su guía siempre.
Rom 8:10  Pero si Cristo está en ustedes,  el cuerpo está muerto a causa del pecado,  pero el Espíritu que está en ustedes es vida* a causa de la justicia. Cuando vivimos y experimentamos un verdadero arrepentimiento o encuentro con Cristo, empezamos un proceso de identificación con Cristo en su muerte la cual nos permite llevar nuestra naturaleza pecaminosa a la muerte por el pecado que habitaba y dominaba nuestro ser, mas luego de experimentar esta muerte al cuerpo por causa del pecado entonces el Espíritu empieza a operar en nosotros, trayendo vida espiritual, por medio de la justificación por Cristo.
Rom 8:11  Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes,  el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu,  que vive en ustedes. El cuerpo del hombre también debe pasar por un proceso de restauración por el Espíritu, el cual le da vida y fortaleza para hacer la obra a la cual fue llamado.
Rom 8:12  Por tanto,  hermanos,  tenemos una obligación,  pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Somos deudores u obligados por la libertad puesta en nuestro corazón por el Espíritu, de vivir conforme a la vida y deseos del Espíritu.
Rom 8:13  Porque si ustedes viven conforme a ella,  morirán;  pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo,  vivirán. Si permitimos que luego de haber muerto a la naturaleza pecaminosa, esta vuelva a operar en nosotros ciertamente moriremos a la vida del Espíritu, pero si por el contrario permitimos adentrarnos en la verdad por medio del Espíritu entonces verdaderamente viviremos.
Rom 8:14  Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Si permitimos conscientemente el guiar, conducir, dirigir, o exhortar del Espíritu Santo bajo un régimen disciplinario entonces seremos verdaderamente hijos de Dios, pues muchos resisten la guía del Espíritu.
Rom 8:15  Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo,  sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar:  "¡Abba!  ¡Padre!" Existe un espíritu que es un arma de Satanás que es el espíritu de temor que abraza a quienes viven bajo el dominio de la naturaleza pecaminosa, el cual sumerge a todo aquel que toca en un profundo temor a la vida, la muerte y el perder,  que somete y esclaviza a quien lo posee en tristeza, frustración y una agonía constante. Mientras que el Espíritu de Dios nos coloca en la posición de hijos ante Dios, permitiéndonos clamar y ser escuchados, declarando a Dios como un padre amado, querido y respetado.
Rom 8:16  El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Cuando empezamos a experimentar la presencia de Dios por medio de Su Espíritu, entonces El, pone en nosotros una convicción real tangible y confiable de nuestra condición de hijos.
Rom 8:17  Y si somos hijos,  somos herederos;  herederos de Dios y coherederos con Cristo,  pues si ahora sufrimos con él,  también tendremos parte con él en su gloria. Y al ser hijos somos herederos o poseedores de la herencia de Dios el Padre, y coherederos o participes de la herencia con Cristo, que entendemos aquí, que hay varias herencias, una es la determinada para los hijos, es una herencia del Padre que compartirá para con sus hijos, y otra es la herencia del Hijo unigénito de Dios, Cristo, la cual repartirá a los que sufren o experimentan con El, similares padecimientos, tendrán parte en su gloria venidera. Aquí se establece una posición en el reino la cual será repartida por el Padre y otra por el Hijo.
Rom 8:18  De hecho,  considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. El sufrimiento para el creyente no debe ser tomado como una maldición o una sostenida desobediencia aunque venga en algunas ocasiones como consecuencia de nuestros pecados, es importante entender que muchos de los sufrimientos que experimentamos y experimentaremos los viviremos para experimentar una mayor gloria, un mayor peso de la gloria de Dios revelada en nosotros.
Rom 8:19  La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, cuan maravillosa es esta escritura, la creación aguarda y anhela con ansiedad y desesperación la profunda manifestación o revelación de los hijos de Dios, no en la nueva tierra y los nuevos cielos, sino ahora donde lo podemos experimentar por la gracia de Dios por medio de Jesucristo.
Rom 8:20  porque fue sometida a la frustración.  Esto no sucedió por su propia voluntad,  sino por la del que así lo dispuso.  Pero queda la firme esperanza la creación fue sometida y ha vivido y experimentado una gran frustración, vanidad e inutilidad porque así lo dispuso el Creador al momento en que el hombre cayó en pecado y lo que había sido sometido al hombre experimento también su afrenta.
Rom 8:21  de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza,  para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Pero Dios en su sabiduría ha dispuesto la libertad de la creación quitando el yugo de corrupción que la esclaviza, y así permitir que la gloriosa libertad de los hijos de Dios se manifieste en ella.
Rom 8:22  Sabemos que toda la creación todavía gime a una,  como si tuviera dolores de parto. La creación gime, llora en unidad como si estuviese experimentando dolores de parto, para quien no sabe lo que es un dolor de parto, es el tipo de dolor con el nivel más elevado, ningún dolor humano es similar a este, son los más fuertes y prolongados que un ser humano puede experimentar, así que la creación sufre inmensamente mientras espera la manifestación de los hijos de Dios, gime bajo la presente degradación, esperando y anhelando la revelación de esta gloria que es el fin y la consumación de su existencia.
Rom 8:23  Y no sólo ella,  sino también nosotros mismos,  que tenemos las primicias del Espíritu,  gemimos interiormente,  mientras aguardamos nuestra adopción como hijos,  es decir,  la redención de nuestro cuerpo. Nosotros también tenemos “al Espíritu por primicias” de nuestra plena redención (2Co_1:22), el cual amolda el corazón a la norma celestial, atemperándolo para su futuro medio ambiente. Esperando que la adopción o posición como hijos que se dará bajo la disciplina del Espíritu, redima nuestro cuerpo del dominio del pecado.
Rom 8:24  Porque en esa esperanza fuimos salvados.  Pero la esperanza que se ve,  ya no es esperanza.  ¿Quién espera lo que ya tiene? Cuál es entonces nuestra esperanza y por la cual somos salvados? Pues en la esperanza de la transformación que sufrirá nuestro cuerpo. Porque en esta esperanza somos salvos [o “fuimos salvados”]—esto es, es más bien una salvación en esperanza de una transformación venidera. Porque el sentido de la misma palabra es: la expectativa de que algo aun futuro se convertirá en presente. Y cuando llega lo esperado, ya no se esperaremos más, no esperamos lo que ya tenemos que es la primicia del Espíritu.
Rom 8:25  Pero si esperamos lo que todavía no tenemos,  en la espera mostramos nuestra constancia. Cuando esperamos o confiamos recibir lo que aún no poseemos, tenemos o vemos, tenemos que esperarlo con paciencia, perseverancia y constancia.
Rom 8:26  Así mismo,  en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos.  No sabemos qué pedir,  pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Cuando esperamos tendemos a debilitarnos y a desconfiar y es allí donde el Espíritu acude a ayudarnos para que podamos perseverar y confiar. Quien tiene la confianza de creer en lo que debe pedir y cómo hacerlo?, seguramente ninguno, pero el Espíritu intercede a favor nuestro con palabras o sonidos que no pueden expresarse pero que van de acuerdo con lo que Dios quiere, con su perfecta voluntad. No es que los creyentes se confundan con respecto a lo que deben pedir, ya que se les han dado indicaciones extensas sobre este particular; sino lo difícil que es pedir lo que conviene “como se debe”.
Rom 8:27  Y Dios,  que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu,  porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Sabemos que Dios va preparando todo para el bien de los que lo aman, es decir, de los que él ha llamado de acuerdo con su plan. Dios siempre examina nuestro corazón porque allí es donde se encuentran las verdaderas intenciones de todo lo que pensamos, decimos o hacemos y donde el Espíritu pone la convicción e el creyente para que este pueda obrar conforme a la voluntad de Dios. Dios en su infinito poder ha preparado cada prueba, cada decisión, cada camino que el creyente decida seguir para que quienes verdaderamente lo aman por sobre todas la cosas y han sido llamados por El, a cumplir un plan específico, todas las cosas estén a su favor, aun tristezas, perdidas, dolores, enfermedades no podrán detener el plan de Dios y todo será para bien nuestro.
Rom 8:28  Ahora bien,  sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman,* los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. “No puede ser que aquel de quien, y por quien, y para quien son todas las cosas, permita que dicho propósito sea frustrado por cosa alguna que nos sea contraria, y que no haga que todas las cosas, las obscuras como las claras, las torcidas como las derechas, cooperen para el adelanto y para la final consumación de su alto designio”
Rom 8:29  Porque a los que Dios conoció de antemano,  también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo,  para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Se mencionan dos cosas, “presciencia,” y “predestinación,” y la una es la causa de la otra y ambas pertenecen a la soberanía absoluta de Dios. Queriendo decir que Dios ha predestinado desde antes a los que habían de recibir la salvación. Se podría pensar que entonces para que predicar si Dios ha dispuesto ya los que han de salvarse, entonces para que misiones o preocuparse por predicar y enseñar pero no es así, Dios ha dispuesto todo para todos puedan conocerle y ser llamados a esta gracia por medio del mensaje del evangelio y para luego ser transformados a imagen de Jesús. Dios ha dado a conocer su sabiduría a toda la humanidad para que no tenga excusa, su conocimiento ha sido trasmitido por medio de los hombres, y la naturaleza, solo aquellos que son predestinados y llamados se humillan y le reconocen, entonces pueden conocerlo y alcanzar el propósito para el que han sido llamados, para ser transformados a imagen de Jesucristo y así Él sea el primogénito de muchos hermanos que siendo adoptados por el Señor entonces pasan a ser sus hijos. Cualquiera sea la interpretación de este pasaje debemos predicar el evangelio para llamar a salvación a todos los que Dios ha dispuesto que sean llamados por el.
Rom 8:30  A los que predestinó,  también los llamó;  a los que llamó,  también los justificó;  y a los que justificó,  también los glorificó. Después de conocerle y recibir el propósito para el cual han sido predestinados, entonces nos llama a su presencia mediante el arrepentimiento, nos justifica en Cristo el único justo, para luego transformarnos a la gloria de Jesús.
Rom 8:31  ¿Qué diremos frente a esto?  Si Dios está de nuestra parte,  ¿quién puede estar en contra nuestra? No podemos presentar ningún argumento ante lo que Dios ha dispuesto para nosotros; si Dios está resuelto y ocupado en llevarnos hasta alcanzar la meta, todos nuestros enemigos deben ser enemigos suyos, y “¿quién pondrá espinos y abrojos en batalla contra él?” (Isa_27:4). ¡Qué consuelo más eficaz hallamos aquí! Y no sólo esto: también la gran promesa ya está dada. Si Dios está sobre nosotros a favor nuestro, y por amor nos ha dado esta tremenda promesa quien entonces podrá actuar o ponerse en contra nuestra, cuando hacemos la voluntad de Dios.
Rom 8:32  El que no escatimó ni a su propio Hijo,  sino que lo entregó por todos nosotros,  ¿cómo no habrá de darnos generosamente,  junto con él,  todas las cosas? Cuán grande es el amor de Dios para con aquellos que le conocen, y son justificados en Cristo, que Dios no fue cauteloso, ni se abstuvo en su carácter perdonador, e indulgente, con el cual permitió o entrego a Cristo por nosotros y para que a través de Él, pudiéramos alcanzar todas las cosas espirituales y la riquezas de su reino; algunos han tergiversado esta promesa para volverla un principio de prosperidad material, aquí no se habla de que Él nos dará en abundancia todo lo que egoístamente, vanidosamente, y con una mentalidad pecaminosa queramos tener, lo que Él ha dispuesto es su favor, bondad, perdón o rescate para nosotros en abundancia.
Rom 8:33  ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido?  Dios es el que justifica. Quien nos llamara a cuentas, nos incriminara o nos acusara cuando es Dios quien nos ha escogido para ser justificados en Cristo.
Rom 8:34  ¿Quién condenará?  Cristo Jesús es el que murió,  e incluso resucitó,  y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. Quien condenara, si Jesús está sentado al lado del padre, para defender nuestra causa, quien más sino El, que conoce la debilidad humanidad, que entiende el corazón del hombre. Satanás antes odia entrar a la presencia de Dios como lo muestra el libro de Job y establecer un juicio sobre alguien en particular (Job 1:6), pero ahora Jesús está allí para defender a los que han sido justificados mediante su sacrificio. La diestra del rey era antiguamente el puesto de honor (1Sa_20:25; 1Ki_2:19; Psa_45:9), y significaba participación en el poder y gloria reales así que Jesús ha sido hecho participe de la gloria real del Padre. Jesús intercede siempre usando su ilimitada influencia ante Dios a nuestro favor.
Rom 8:35  ¿Quién nos apartará del amor de Cristo?  ¿La tribulación,  o la angustia,  la persecución,  el hambre,  la indigencia,  el peligro,  o la violencia? Quien no puede separar luego de estar unidos a Él, ni las dificultades, o nuestras emociones desbordadas, ni las necesidades físicas, ni las necesidades materiales, ni nada que venga en contra nuestra podrá separarnos de su amor, eso no quiere decir que nunca podremos atravesar por ellas, algunas veces podrá ocurrir pero nuestra esperanza es esta, que el amor de Cristo siempre nos acompaña y nunca nos abandona.
Rom 8:36  Así está escrito:  "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día;  nos tratan como a ovejas destinadas al matadero."*. Nos vemos asediados en todo momento al vivir por la causa de Cristo por muchas cosas que quieren venir en nuestra contra para apartarnos de Dios, tratándonos como a ovejas destinadas al matadero, o sea sin ningún cuidado o trato especial, sino como el de condenados a muerte.
Rom 8:37  Sin embargo,  en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. De modo que cualquier cosa que pueda ocurrir no nos va vencer, pues somos más que simples vencedores, tan lejos están ellas de “separarnos del amor de Cristo”, que justamente “por medio de aquel que nos amó” somos victoriosos sobre ellas.
Rom 8:38  Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida,  ni los ángeles ni los demonios,* ni lo presente ni lo por venir,  ni los poderes, Pablo menciona que está plenamente convencido, confiado asegurado en que ni la vida del alma, ni la muerte con todo su poder e influencia, ni los ángeles que tienen poder, ni los demonios que tratan de influenciar nuestros pensamientos, ni las circunstancias que vivimos, ni el futuro, ni ningún otro poder.
Rom 8:39  ni lo alto ni lo profundo,  ni cosa alguna en toda la creación,  podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor. Continua con que ni lo alto de los cielos, ni las profundidades del abismo, o ninguna criatura establecida puede ejercer influencia sobre nuestras vidas para apartarnos del inmenso amor que Dios manifestó a través de Cristo para con los que le han recibido y empezado su transformación a imagen y semejanza del Señor. Cuán ennoblecedor el pensamiento de que los complicados movimientos del gobierno divino están todos coordinados expresamente para procurar el “bien” de los elegidos de Dios.

lunes, 28 de enero de 2013

TIEMPO DE REFLEXION




Cada día nos trae un nuevo comienzo. Decisiones que debemos tomar. Yo soy el único que escoge el camino que seguiré. Yo puedo elegir entre el camino de la vida que lleva al gran éxito, o viajar por el oscuro camino que conduce a la gran angustia. Por favor abre mis ojos, amado SEÑOR. Que pueda ver claramente. Ayúdame a definir lo que es correcto. Saca lo mejor que hay en mí. Ayúdame, Señor, a decir "No" cuando la tentación venga a mí. Que yo pueda mantener mi cuerpo limpio y vivir cada día a plenitud; y así, cuando mis años de adolescente terminen, yo sé que voy a ver que la vida se vive de la mejor manera, Contigo, caminando junto a mí.
Deu 11:26  "Hoy les doy a elegir entre la bendición y la maldición
Deu 30:15  "Hoy te doy a elegir entre la vida y la muerte,  entre el bien y el mal.
Deu 30:19  "Hoy pongo al cielo y a la tierra por testigos contra ti,  de que te he dado a elegir entre la vida y la muerte,  entre la bendición y la maldición.  Elige,  pues,  la vida,  para que vivan tú y tus descendientes.
Nuestro destino se define por la decisiones que tomamos, cada día podemos elegir a donde ir, a la bendición o a la perdición, podemos elegir entre lo que nos conduce a una vida espiritual plena o lo que nos aparta de ella, de lo que definas o decidas estará lleno tu día, tu vida, tu hogar, tu pareja y hasta tus hijos, Dios nos ha dado la capacidad de escoger nuestro destino, aun hasta nuestro destino eterno está dispuesto por las decisiones y elecciones que hagamos durante nuestra vida, podemos vivir o elegir vivir de manera egoísta, satisfaciendo toda necesidad por vana que sea, podemos elegir dar rienda suelta a nuestras pasiones y deseos, podemos elegir dar rienda suelta a las malas compañías, a personas que no nos aportan nada para luego tener que vivir las consecuencias de nuestros actos o podemos elegir buscarle y vivir para El, dándole gloria con nuestro caminar diario aunque no sea sencillo. Que eliges tú? El bien o el mal.

domingo, 27 de enero de 2013

PREDICA DOMINICAL - TE COSTARA TODO

PREDICA DOMINICAL

Por: Camilo Sastoque

Tema: TE COSTARA TODO

Alguna vez te has detenido a calcular el costo de seguir a Jesus bajo sus condiciones?, en esta predica conoceras los requisitos que El mismo dispuso para el discipulado, crees que es facil seguirlo?, escucha el mensaje y piensalo de nuevo.

Link de descarga: http://www.4shared.com/music/SQcbae2o/TE_COSTARA_TODO.html


jueves, 24 de enero de 2013

ESTUDIO BIBLICO ROMANOS 7




ESTUDIO BIBLICO
Por: Camilo Sastoque


Rom 7:1  Hermanos,  les hablo como a quienes conocen la ley.  ¿Acaso no saben que uno está sujeto a la ley solamente en vida? 
Les habla a los que, no siendo judíos, con todo conocían bien el Antiguo Testamento. Conocer y entender la ley es vital para vivir una verdadera vida espiritual. Aquí el apóstol aquí enseña cómo este cambio se opera, y qué consecuencias santas resultan de él. La ley somete a los que están sujetos por el tiempo cronológico, o sea el tiempo que se puede medir y la vida que proviene del alma.

Rom 7:2  Por ejemplo,  la casada está ligada por ley a su esposo sólo mientras éste vive;  pero si su esposo muere,  ella queda libre de la ley que la unía a su esposo. 
Y para explicar su argumento precisa este ejemplo, quien se casa o une en el vínculo sagrado del matrimonio está unido por la ley mientras vive, muerto uno de los cónyuges la ley pierde su vigencia y poder y el que vive queda libre de la ley que lo sometía a su cónyuge.

Rom 7:3  Por eso,  si se casa con otro hombre mientras su esposo vive,  se le considera adúltera.  Pero si muere su esposo,  ella queda libre de esa ley,  y no es adúltera aunque se case con otro hombre. 
De allí que al cónyuge libre de su compromiso o juicio por la ley disuelta por la muerte, es libre de volverse a casar sin cometer pecado o quebrantamiento de la ley.

Rom 7:4  Así mismo,  hermanos míos,  ustedes murieron a la ley mediante el cuerpo crucificado de Cristo,  a fin de pertenecer al que fue levantado de entre los muertos.  De este modo daremos fruto para Dios. 
Así que nosotros muertos en Cristo, morimos al poder que la ley ejercía, no para quebrantarla sino para ser perfeccionados mediante ella por el amor. Solo quienes pertenecen verdaderamente a Cristo experimentan una verdadera muerte junto con El, en el cumplimiento de sus mandamientos y sometimiento a su voluntad, allí el fruto se hace evidente.

Rom 7:5  Porque cuando nuestra naturaleza pecaminosa aún nos dominaba,* las malas pasiones que la ley nos despertaba actuaban en los miembros de nuestro cuerpo,  y dábamos fruto para muerte. 
Pablo menciona la naturaleza pecaminosa como nuestra, y es que así es, ella esta inherente a nuestro ser, y ejercía un dominio formidable de nuestros pensamientos, emociones y voluntad, cuyas pasiones o deseos despertados por la imposibilidad de someterse a la ley, y la rebeldía que habita en la humanidad, era llevada a cabo por nuestro cuerpo produciendo frutos para muerte de nuestro propio ser. La ley, la que incomodaba e irritaba nuestra corrupción interna con sus prohibiciones, despierta el deseo o anhelo por hacer lo incorrecto.

Rom 7:6  Pero ahora,  al morir a lo que nos tenía subyugados,  hemos quedado libres de la ley,  a fin de servir a Dios con el nuevo poder que nos da el Espíritu,  y no por medio del antiguo mandamiento escrito. 
Pero ahora muertos en unión con Cristo,  hemos sido liberados del poder que ejercía la ley sobre nuestra alma y cuerpo, a fin de que luego de experimentar la muerte en nuestro yo y el sometimiento a la voluntad de Dios de todo nuestro ser por el poder que da el Espíritu podamos llevar a cabo la obra encomendada, ya no por medio de una mandamiento escrito, sino que ahora el mandamiento hace parte de nosotros pues ha sido escrito en nuestros corazones por el fuego del Espíritu Santo.

Rom 7:7  ¿Qué concluiremos?  ¿Que la ley es pecado?  ¡De ninguna manera!  Sin embargo,  si no fuera por la ley,  no me habría dado cuenta de lo que es el pecado.  Por ejemplo,  nunca habría sabido yo lo que es codiciar si la ley no hubiera dicho:  "No codicies." 
Bueno repasemos y saquemos concusiones luego de la lección, la ley es pecado? esto es: dije que cuando estábamos en la carne, la ley incitaba nuestra corrupción interna, y había así ocasión de fruto mortal. ¿Se ha de culpar a la ley, pues, por esto? lejos sea de nosotros tal pensamiento, pues el propósito de la misma no es este. Por el conocimiento de la ley sabemos lo que es pecado, sin este conocimiento discernir lo bueno de lo malo es imposible, de allí que es importante que cuando compartamos el mensaje mencionemos la ley de Dios (los 10 mandamientos), pues solo así podrá haber convicción de pecado, generado por el poder de Dios, obrando en el corazón del pecador para un verdadero arrepentimiento, si no sabemos lo que es pecado vivimos conforme a nuestra naturaleza de pecado creyendo estar bien (según nuestros conceptos), pero cuando la ley menciona lo que es pecado como la codicia, la mentira, el egoísmo, la vanagloria, el odio, etc. entonces podemos reconocer que el pecado ha obrado para muerte en nosotros y al reconocer por la revelación divina nuestra verdadera condición, nuestros ojos y oídos despertaran y seremos conducidos hacia la verdad del evangelio.

Rom 7:8  Pero el pecado,  aprovechando la oportunidad que le proporcionó el mandamiento,  despertó en mí toda clase de codicia.  Porque aparte de la ley el pecado está muerto. No fue la ley quien incito la desobediencia sino el poder que el pecado tiene sobre el ser del hombre aprovecho la provocación del mandamiento y asestó un golpe certero en las pasiones del hombre despertándolas de manera desbordada. Pues sin ley no hay pecado, desobediencia o insurrección ante la ley.

Rom 7:9  En otro tiempo yo tenía vida aparte de la ley;  pero cuando vino el mandamiento,  cobró vida el pecado y yo morí. 
Es decir, “En los días de mi ignorancia, cuando era, en este sentido, ajeno a la ley, me creía un hombre justo, y como tal, con derecho a la vida que Dios me había dado.” Hasta cuando el mandamiento que prohibía todo deseo ilícito fue dado a conocer en mi vida, la convicción de que el pecado habitaba en mi cobro vida, entonces entendí que soy hombre muerto, a los ojos de la ley que no guardé y que no se puede guardar en nuestras propias fuerzas.

Rom 7:10  Se me hizo evidente que el mismo mandamiento que debía haberme dado vida me llevó a la muerte; encontramos o nos es revelado que el mandamiento que debía habernos dado vida espiritual, en realidad nos condujo a la muerte de nuestros deseos egoístas, entregándonos a condenación por haberlo quebrantado.

Rom 7:11  porque el pecado se aprovechó del mandamiento,  me engañó,  y por medio de él me mató. 
Porque la naturaleza pecaminosa nos seduce con su poder haciéndonos hacer todo lo que el mandamiento prohibía y nos revela que somos seres condenados y dignos de muerte por el mismo.

Rom 7:12  Concluimos,  pues,  que la ley es santa,  y que el mandamiento es santo, justo y bueno. 
pecado destruido, pues es en su esencia santo, porque nos aparta del pecado, justo, porque trae justicia y bueno, porque llevado a cabo hace notar la bondad de Dios a los hombres.

Rom 7:13  Pero entonces,  ¿lo que es bueno se convirtió en muerte para mí?  ¡De ninguna manera!  Más bien fue el pecado lo que,  valiéndose de lo bueno,  me produjo la muerte;  ocurrió así para que el pecado se manifestara claramente,  o sea,  para que mediante el mandamiento se demostrara lo extremadamente malo que es el pecado. 
La ley no tiene la culpa de nuestra muerte, más bien la naturaleza de pecado que habita en nosotros se valió de lo bueno de Dios para hacer notar lo malo en nosotros que al final conduce a muerte. Tenía que ocurrir así para que el pecado pudiera hacerse manifiesto y su obra quedara al descubierto ante la humanidad por haber convertido la santa, justa y buena ley de Dios en una provocación a cometer la misma cosa que ella prohibía. Hasta aquí se muestra la ley en su relación con los no regenerados, de los que el apóstol se coloca por ejemplo: primero, en su condición ignorante, satisfecho de sí mismo; luego, bajo la humillante comprensión de su incapacidad para guardar la ley, a causa de la oposición interna en contra de ella; finalmente, como hombre que se condena a sí mismo y que ya, ante la ley, es hombre muerto.

Rom 7:14  Sabemos,  en efecto,  que la ley es espiritual.  Pero yo soy meramente humano,  y estoy vendido como esclavo al pecado. 
Sabemos y reconocemos ahora en Cristo que la ley y sus demandas son espirituales, que la ley es en su esencia misma espíritu. Pero ya que somos meramente carnales (o sea que vive en nosotros la naturaleza que nos hace incapaces de rendir obediencia espiritual o vivir bajo la guía del Espíritu) estamos vendidos como esclavos en sujeción al pecado, pues no podemos contra el poder que este ejerce sobre nosotros y esto ocurre en todo aquel que percibe la ley como muerte a su naturaleza de pecado y a su ego. Solo después de un tiempo de batalla que Dios en su sabiduría dispone podremos verdaderamente ser libres de la influencia del pecado.

Rom 7:15  No entiendo lo que me pasa,  pues no hago lo que quiero,  sino lo que aborrezco. 
Cuando revisamos lo que nos pasa, cuando el pecado toma control, es difícil entender lo que sucede porque a veces terminamos de nuevo quebrantando la ley. Es un proceso el morir a sí mismos que obra por el poder del Espíritu Santo, para que el pecado deje de tomar control sobre nuestras vidas. Muchas veces aunque queramos hacer lo bueno tenderemos a hacer lo que ahora aborrecemos por la revelación de la ley a nuestros corazones, pero mientras exista un pedazo no sometido a la voluntad de Dios, el pecado podrá tomar ventaja, será una lucha sin cuartel para poder someter cada área de nuestras vidas a la guía y justicia de Dios.

Rom 7:16  Ahora bien,  si hago lo que no quiero,  estoy de acuerdo en que la ley es buena; 
Entonces ahora no practicamos aquello que queremos, sino aquello que aborrecemos. Pero si hacemos lo que no queremos consentimos con la ley en que es buena: el criterio del hombre interior concuerda con la ley.

Rom 7:17  pero,  en ese caso,  ya no soy yo quien lo lleva a cabo sino el pecado que habita en mí. 
Cuando la vida de Cristo empieza su proceso de muerte a mí mismo, cualquier acto que vaya en contra de la ley de Dios, ya no es llevado conscientemente por nosotros, sino por la naturaleza de pecado que habita y que habitara en nosotros hasta la muerte física. De allí que es importante que podamos por el espíritu hacer morir nuestro ser en rendición a la voluntad de Dios para que este control o influencia que pueda generar el pecado en nuestras vidas sea extinguido por completo, cual no es sencillo y nos costara mucho.

Rom 7:18  Yo sé que en mí,  es decir,  en mi naturaleza pecaminosa,  nada bueno habita.  Aunque deseo hacer lo bueno,  no soy capaz de hacerlo. 
La naturaleza de pecado que habita en nosotros y se hace manifiesta frecuentemente, y aunque en sus propias fuerzas se intente prosperar en hacer lo que a Dios agrada, por medio de ella es imposible porque su poder influencia nuestra vida, de manera que nos sea insostenible hacerlo.

Rom 7:19  De hecho,  no hago el bien que quiero,  sino el mal que no quiero. 
El propósito del apóstol al expresarse así, fue para presentar más claramente a sus lectores el conflicto de los dos principios antagónicos (el espíritu y la carne), y cuán completamente él como nuevo hombre en Cristo—que honraba en lo más íntimo de su alma a la ley de Dios—condenaba y renunciaba a su naturaleza corrupta, con sus afectos y concupiscencias, sus excitaciones y maquinaciones, sus principios y consecuencias.

Rom 7:20  Y si hago lo que no quiero,  ya no soy yo quien lo hace sino el pecado que habita en mí. 
El conflicto aquí descrito gráficamente entre el yo “que desea” hacer el bien y el yo que a pesar de ello hace el mal, representa el ser del hombre en proceso de transformación hacia la perfección en Cristo.

Rom 7:21  Así que descubro esta ley:  que cuando quiero hacer el bien,  me acompaña el mal. 
Ahora debemos entender porque algunas veces aunque queramos hacer el bien, el mal aún persiste en nuestro ser.

Rom 7:22  Porque en lo íntimo de mi ser me deleito en la ley de Dios; 
pues en el hombre interior o sea en nuestro espíritu nos deleitamos en hacer la voluntad de Dios.

Rom 7:23  pero me doy cuenta de que en los miembros de mi cuerpo hay otra ley,  que es la ley del pecado.  Esta ley lucha contra la ley de mi mente,  y me tiene cautivo. 
Pero mientras mi ser es renovado por la escritura y la muerte de mi yo, encuentro que mis miembros están sujetos a la ley del pecado y que hacen lo que ya no me es licito hacer, aunque en mi interior no lo quiera, esto solo opera en lo que han vivido un verdadero arrepentimiento.

Rom 7:24  ¡Soy un pobre miserable!  ¿Quién me librará de este cuerpo mortal? 
El reconocer nuestra realidad es un paso importante en la consecución de un avance en la vida espiritual, de allí que el apóstol reconozca la realidad de su naturaleza, solo por el Espíritu Santo esta realidad es discernida, para recibir luego la fortaleza y el poder para vencer en la batalla.

Rom 7:25  ¡Gracias a Dios por medio de Jesucristo nuestro Señor!  En conclusión,  con la mente yo mismo me someto a la ley de Dios,  pero mi naturaleza pecaminosa está sujeta a la ley del pecado. 
Debemos someter en principio nuestra voluntad a través de nuestro propio intelecto o nuestra mente a la ley de Dios, mientras hacemos esto voluntariamente durante un tiempo recibiremos a su tiempo la gracia y la fortaleza para vencer esta naturaleza de pecado que nos acompaña como un triste recuerdo de nuestra condición pasada para que nadie se gloríe sino en el Señor.

lunes, 21 de enero de 2013

TIEMPO DE REFLEXION





La semana pasada llevé a mis niños a un restaurante. Mi hijo de 6 años de edad preguntó si podía dar las gracias. Cuando inclinamos nuestras cabezas él dijo: "Dios es bueno, Dios es grande. Gracias por los alimentos, yo estaría aún más agradecido si Mamá nos diese helado para el postre. Libertad y Justicia para todos. Amén"
Junto con las risas de los clientes que estaban cerca, escuché a una señora comentar: "Eso es lo que está mal en este país, los niños de hoy en día no saben cómo orar, pedir a Dios helado... ¡Nunca había escuchado esto antes!" Al oír esto, mi hijo empezó a llorar y me preguntó: "¿Lo hice mal? ¿Está enojado Dios conmigo?
Sostuve a mi hijo y le dije que había hecho un estupendo trabajo y Dios seguramente no estaría enojado con él.
Un señor de edad se aproximó a la mesa. Guiñó su ojo a mi hijo y le dijo: "Llegué a saber que Dios pensó que aquella fue una excelente oración".
¿En serio? - Preguntó mi hijo. - ¡Por supuesto! Luego en un susurro dramático añadió, indicando a la mujer cuyo comentario había iniciado aquel asunto: "Muy mal, ella nunca pidió helado a Dios. Un poco de helado, a veces es muy bueno para el alma".
Como era de esperar, compré a mis niños helado al final de la comida. Mi hijo se quedó mirando fijamente el suyo por un momento y luego hizo algo que nunca olvidaré por el resto de mi vida. Tomó su helado y sin decir una sola palabra avanzó hasta ponerlo frente a la señora. Con una gran sonrisa le dijo: "Tómelo, es para usted. El helado es bueno para el alma y mi alma ya está bien".
Hechos 20:35  Con mi ejemplo les he mostrado que es preciso trabajar duro para ayudar a los necesitados,  recordando las palabras del Señor Jesús:  'Hay más dicha en dar que en recibir.'  "
Sabes cómo iglesia de Jesucristo cuantas veces hemos dejado o perdido la oportunidad de ayudar a los necesitados?, muchas, mas son las veces en que nos enfocamos en el ministerio, en nosotros, nuestras familias, nuestras necesidades y dejamos de lado el mandamiento de dar. Creemos que con cumplir todas las otras cosas que nos pide la escritura entonces estamos bien, pero te das cuenta de que a veces vives o pides más de los que necesitas, te has acostumbrado a vivir en muchas ocasiones una vida con lujos cuando otros ni siquiera tienen lo necesario, yo he decidido comenzar algo diferente y mirar las necesidades del prójimo con más frecuencia. Hace poco leí un libro llamado Radical del pastor David Platt, en donde hace un llamado y creo debe ser un llamado urgente a la iglesia, para cambiar la manera en como manejamos nuestras finanzas y las finanzas de la iglesia, parece que estuviéramos ciegos ante la necesidad de un mundo que  sufre ante una iglesia enmudecida, ciega y sorda al clamor de los necesitados, ellos pueden estar en tu hogar, tu familia,  tu iglesia, tu comunidad o aún más lejos pero, si hemos sido bendecidos porque no bendecir?, no hay más dicha en dar que en recibir?, La historia nos muestra que Dios aun suple nuestras necesidades, pero si nuestra alma, cuero y espíritu están bien porque no preocuparnos por aquellos que sufren y pasan necesidades, que nuestro corazón nunca se endurezca ante la necesidad de los pobres y desamparados. Necesitamos hombres y mujeres que muestren compasión y amor, que muestren a Cristo no solo en sus palabras sino en sus acciones.

domingo, 20 de enero de 2013

PREDICA DOMINICAL - HEMOS SIDO ENGAÑADOS

PREDICA DOMINICAL

Titulo: Hemos sido engañados
Por: Camilo Sastoque
Link de descarga: http://www.4shared.com/music/sjBEq4et/Predica_-_HEMOS_SIDO_ENGAADOS.html
La gran mayoria de lideres, predicadores y maestros de la biblia hoy en dia hemos sido engañados por vanas filosofias las cuales combinamos con la escritura y buscamos el bienestar social, economico y cultural de la iglesia, sin importarnos muchas veces su condición espiritual, y por sobre todo su salvación, acompañanos y descubre porque hemos sido engañados.




jueves, 17 de enero de 2013

ESTUDIO BIBLICO ROMANOS 6




ESTUDIO BÍBLICO
Por: Camilo Sastoque
Ministerio Unidad de la Fe

Rom 6:1  ¿Qué concluiremos?  ¿Que vamos a persistir en el pecado,  para que la gracia abunde? 
Podría entonces pensarse que como en donde persiste el pecado sobreabunda la gracia, que podríamos hacer lo que queramos sin importar el pecado y sus consecuencias pero no es así.

Rom 6:2  ¡De ninguna manera!  Nosotros,  que hemos muerto al pecado,  ¿cómo podemos seguir viviendo en él? Como es posible que nosotros habiendo sido crucificados con Cristo y muerto al pecado podamos entonces seguir bajo su dominio, si esto ocurre es porque no existe una plena identificación o ignorancia en cuanto a la obra de la cruz en el ser del hombre, pues todo aquel que experimenta verdaderamente en identidad con Cristo una verdadera muerte a sí mismo, el pecado no puede ejercer ningún poder sobre la carne, el pensamiento o los sentimientos de un ser renovado que ha experimentado en sí mismo la muerte, pero si aún el pecado continua ejerciendo alguna influencia es porque hace falta morir en mayor profundidad y experiencia para percibir una victoria contundente sobre nuestra naturaleza y pecado.

Rom 6:3  ¿Acaso no saben ustedes que todos los que fuimos bautizados para unirnos con Cristo Jesús,  en realidad fuimos bautizados para participar en su muerte? 
Y Pablo nos recuerda que el bautismo nos identifica y hace participes con Cristo en su muerte, para que su vida sea manifestada en nosotros. El bautismo sobrenaturalmente permite que el nuestra naturaleza de pecado inherente a todo ser humano se una a Cristo nos hace participes de su muerte, pero sabemos cuál fue su muerte? los que se unen a Cristo se unen a su muerte y mueren para el pecado, mueren a sí mismos, a lo que los identifica, para pasar a ser uno con El en la medida en que experimentamos su muerte en cada área sujeta a su dominio y señorío. Hemos recibido la señal del bautismo como si hubiera sido formalmente pactada y contratada en nuestras vidas, como sellados para todos los beneficios y todas las obligaciones del discipulado cristiano en general, en la cual se incluye nuestra muerte en particular. Y puesto que Cristo “fue hecho pecado” y “una maldición” en bien nuestro (2Co_5:21; Gal_5:13), “llevando nuestros pecados en su cuerpo sobre el árbol,” y “resucitado de nuevo a causa de nuestra justificación” (cap. 4:25; 1Pe_2:24), toda nuestra condición pecaminosa, habiendo sido sumida en su persona, se ha dado por terminada en su muerte. Aquel, pues, que ha sido bautizado en la muerte de Cristo ha abandonado toda su vida del alma y condición de pecado, considerando todas las cosas títulos, ganancias, bienes, relaciones como muertas en Cristo. Hemos sido sellados para ser no sólo “la justicia de Dios en él,” si no también “una nueva criatura;” y como no puede ser en Cristo una cosa y no la otra, pues ambas cosas son una, ha abandonado por su bautismo en la muerte de Cristo, toda su conexión con el pecado. “¿Cómo, pues, puede vivir aún en el pecado?”.

Rom 6:4  Por tanto,  mediante el bautismo fuimos sepultados con él en su muerte,  a fin de que,  así como Cristo resucitó por el poder del Padre,  también nosotros llevemos una vida nueva. 
El bautismo más allá de ser un acto simbólico tiene como función sepultarnos en su muerte, para que su vida manifestada en la resurrección que fue efectuada por el poder del Padre, se revele en nosotros a través de nuestro espíritu y no de alma. “Por el mismo bautismo que públicamente nos introduce en su muerte, fuimos hechos partícipes también de su sepultura”. El sr participes de su sepultura permite que el ser humano sufra la humillación hasta lo más hondo de su ser que conviene vivir para experimentar su vida, disolviendo así hasta el último vinculo de nuestra conexión con la vida que proviene del alma.

Rom 6:5  En efecto,  si hemos estado unidos con él en su muerte,  sin duda también estaremos unidos con él en su resurrección. 
La unión con su muerte establece el vínculo con su sepultura así como con su resurrección, se muestran 3 aspectos fundamentales para entender y  experimentar una verdadera vida espiritual en Cristo que son la muerte, la sepultura y la  resurrección que representan cada uno de ellos? La muerte se experimenta en la naturaleza de pecado y la carne que antes de Cristo eran la esencia del hombre y que ahora se revela en la medida en que se conoce y discierne la escritura en nuestras vidas; la sepultura es la obra que tiene que ser llevada a termino con destrucción completa del yugo que tenía el alma (el yo o ego) sobre el hombre por la disciplina del Espíritu en la vida del creyente; y la resurrección es la verdadera expresión de la vida de Dios que no es compatible con la carnalidad, ni con la vida del alma que expresa el hombre, la cual se hace manifiesta con poder cuando el hombre en esencia se ha unido a Cristo.

Rom 6:6  Sabemos que lo que antes éramos* fue crucificado con él para que nuestro cuerpo pecaminoso perdiera su poder,  de modo que ya no siguiéramos siendo esclavos del pecado; 
solo ahora podemos realmente entender lo que ocurre y debe ocurrir en nosotros para que la cruz lleve a cabo su obra en nosotros, “nuestro yo anterior;” todo lo que éramos en nuestra antigua condición no regenerada, antes de nuestra unión con Cristo ha sido crucificado y debe experimentar la muerte, sepultura y resurrección, haciendo perder su poder al pecado sobre nuestro cuerpo (la carne), pues antes el pecado dominaba nuestras acciones, palabras y pensamientos como a esclavos sin permitirnos libertad.

Rom 6:7  porque el que muere queda liberado del pecado. Porque solo la muerte trae libertad, si alguien no ha muerto aun el pecado podrá ejercer influencia y dominio sobre su vida, pero sí en cambio muere en unión con Cristo puede entonces experimentar una verdadera libertad, justificación y absolución del pecado.

Rom 6:8  Ahora bien,  si hemos muerto con Cristo,  confiamos que también viviremos con él. 
Entendiendo claramente que hemos muerto 0 experimentamos su muerte continuamente en nuestro ser con El, nuestra confianza o fe también se fortalecen y se establece en el hecho de que vivimos y viviremos con El, siempre.

Rom 6:9  Pues sabemos que Cristo,  por haber sido levantado de entre los muertos,  ya no puede volver a morir;  la muerte ya no tiene dominio sobre él. 
Su entrega voluntaria y la manifestación de la gloria del padre despojaron de su poder a la muerte sobre Cristo, la cual ya no tiene poder sobre todo aquel que ha comprendido y experimentado en su ser la unidad con Cristo. Pues aquel que muerte una vez no puede volver a morir, si experimentamos su muerte en nosotros la muerte no tiene poder alguno o injerencia sobre nuestras vidas.

Rom 6:10  En cuanto a su muerte,  murió al pecado una vez y para siempre;  en cuanto a su vida,  vive para Dios. 
Porque murió en obediencia a la reclamación y paga del pecado, mas ahora vive para Dios, como fiador absuelto y aceptado, que no puede ser desafiado ni puesto en duda por los reclamos del pecado sobre su ser y sobre aquellos que viven para Dios muriendo a sí mismos.

Rom 6:11  De la misma manera,  también ustedes considérense muertos al pecado,  pero vivos para Dios en Cristo Jesús. 
Así nosotros debemos estar atentos pues habiendo recibido esta revelación estamos considerándonos o estimándonos como quien conoce de donde proviene el pecado y como actúa en nosotros, para tener por cierto la disposición para morir al mismo, nuestro pensamiento y acciones deben estar saturadas de la escritura para comprender esta tremenda verdad que nos da victoria sobre el pecado y nos permite crecer y madurar espiritualmente, pues estamos vivos no por nuestras acciones, no por lo que somos, ni quienes somos, sino únicamente en unidad con Cristo donde verdaderamente se manifiesta la vida de Dios.

Rom 6:12  Por lo tanto,  no permitan ustedes que el pecado reine en su cuerpo mortal,  ni obedezcan a sus malos deseos. 
Por lo tanto no debemos permitir, ya que de nosotros depende que el pecado no reine en nuestros cuerpos para que le obedezcan sino que pueda todo nuestro ser, consagrarse al Señor. Pues todo aquel en el que el pecado ejerce dominio vive por sus deseos egoístas, para la autosatisfacción.

Rom 6:13  No ofrezcan los miembros de su cuerpo al pecado como instrumentos de injusticia;  al contrario,  ofrézcanse más bien a Dios como quienes han vuelto de la muerte a la vida,  presentando los miembros de su cuerpo como instrumentos de justicia. 
Es el hombre quien voluntariamente se ofrece para usar su cuerpo y sus miembros como instrumentos o armas ofensivas para cometer actos de desobediencia, injusticia, iniquidad, o inmundicia, por el contrario para vencer estos impulsos lleven u ofrézcanse a la acción justa en obediencia a Dios, presentando sus miembros como instrumentos que hacen la voluntad del Señor y manifiestan su justicia.

Rom 6:14  Así el pecado no tendrá dominio sobre ustedes,  porque ya no están bajo la ley sino bajo la gracia. 
Si permanecemos pasivos esperando lo más seguro es que el dominio del pecado se vuelva cada vez más poderoso, pero si por el contrario nos esforzamos por poner por obra la escritura y la guía del Espíritu Santo entonces ya no estaremos sujetos al castigo de la ley, sino que estaremos sujetos bajo el poder de la gracia abundante, misericorde, que permite al hombre la fortaleza para vivir en obediencia a Dios.

Rom 6:15  Entonces,  ¿qué?  ¿Vamos a pecar porque no estamos ya bajo la ley sino bajo la gracia?  ¡De ninguna manera! 
Ahora presenta de nuevo el argumento con respecto a la gracia, vamos a pecar sin desdén porque ya no estamos bajo la dispensación de la ley, sino de la gracia, lo más seguro es que no, pues la gracia también lleva consigo la fortalece ara vencer al pecado.

Rom 6:16  ¿Acaso no saben ustedes que,  cuando se entregan a alguien para obedecerlo,  son esclavos de aquel a quien obedecen?  Claro que lo son,  ya sea del pecado que lleva a la muerte,  o de la obediencia que lleva a la justicia. Deberíamos comprender este principio que se aplica a muchas cosas, cuando nos entregamos a algo o a alguien para obedecerle nos convertimos en esclavos de aquel a quien obedecemos, cuando nos entregamos al pecado sea lujuria, codicia, mentira, rencor, odio, nos volvemos esclavos de estos, y por más que queramos romper el yugo de esclavitud que este poder ejerce sobre nuestras vidas, en nuestras propias fuerzas es imposible de destruir, porque nos volvemos dependientes de él, de su influencia, de su seducción, por eso la obediencia es primordial y debe acompañar una genuina conversión a Cristo, pues sino obedece a Cristo obedece al pecado, no hay otro señor para su ser, es la obediencia la prueba fehaciente de que se ha postrado ante el señorío de Cristo y que ha sido transformado por su gracia para ser siervo de la justicia divina, la cual actúa permanentemente en la vida del creyente en mayor medida según su llamado.

Rom 6:17  Pero gracias a Dios que,  aunque antes eran esclavos del pecado,  ya se han sometido de corazón a la enseñanza* que les fue transmitida. 
La prueba de una verdadera conversión es la obediencia que somete su ego, su autojustificación, su vanagloria, y su egoísmo a la enseñanza de la escritura, no a la revelación de los hombres sino a la verdad de la palabra, este sometimiento hace que el pecado no pueda ejercer ya ningún poder sobre aquellos que han muerto al pecado y a sí mismos.

Rom 6:18  En efecto,  habiendo sido liberados del pecado,  ahora son ustedes esclavos de la justicia. 
Luego de haber sido esclavos del pecado, ahora somos esclavos de justicia para que vosotros, recordando el entusiasmo con que servías al Pecado y los esfuerzos consagrados a ello, seáis estimulados para mostrar igual celo e igual exuberancia en el servicio de un amo mejor, Jesús el justo. No hay término medio de independencia personal, para la que nunca fuimos hechos, y a la que no tenemos derecho, pues cuando rechazamos la soberanía de Dios, recibimos el yugo pesado, fuerte y difícil que el pecado nos dejó.

Rom 6:19  Hablo en términos humanos,  por las limitaciones de su naturaleza humana.  Antes ofrecían ustedes los miembros de su cuerpo para servir a la impureza,  que lleva más y más a la maldad;  ofrézcanlos ahora para servir a la justicia que lleva a la santidad. 
Lo que antes ofrecíamos en nuestra limitación humana para servicio de la maldad que produce mayores frutos de maldad, ahora con la gracia inmerecida, poderosa recibida, podamos servir a la justicia que santifica. Esto nos dice que en la medida en que ponemos por obra la justicia de Dios declarada en Su palabra alcanzamos un nivel mayor de santificación en nuestro ser completo, cuerpo, alma y espíritu.

Rom 6:20  Cuando ustedes eran esclavos del pecado,  estaban libres del dominio de la justicia. 
Cuando decidimos entregarnos a una supuesta independencia personal lo que hicimos fue contemplar y participar del yugo del pecado que genera una aparente libertad y autocontrol que al final conduce a muerte, mientras que la esclavitud a la justicia produce vida eterna en Cristo. No es el anhelo de libertad el que mueve el corazón humano, el problema es que la esclavitud del pecado genera dominio y control, pero la esclavitud de la justicia, produce revelación de nuestra naturaleza, y propósito generan vida y libertad en el espíritu.

Rom 6:21  ¿Qué fruto cosechaban entonces?  ¡Cosas que ahora los avergüenzan y que conducen a la muerte! 
Que cosechábamos entonces?, desolación, venganza, odio, codicia, vanidad, egoísmo, dolor y muerte, que entregados a la justicia de Dios y vistos desde su perspectiva nos avergüenzan y sabemos ahora que conducían a muerte, que aunque pudiéramos estar al tanto no podíamos ejercer control alguno sobre su dominio.

Rom 6:22  Pero ahora que han sido liberados del pecado y se han puesto al servicio de Dios,  cosechan la santidad que conduce a la vida eterna. 
Los verdaderos creyentes han sido liberados del pecado con total certeza y sin sombra de duda; ahora se disponen a servir a Dios, y sirviendo o dando fruto mediante la muerte a nosotros mismos como la semilla somos santificados (consagrados) y conducidos a la vida eterna como el fin último de todo creyente verdadero. La experiencia de la santificación se alcanza a través del conocimiento y la experiencia vivida de la escritura que se perfecciona en la completa extensión sobre cada área de nuestro ser. También adquirimos la vida en el espíritu, de aceptación delante de Dios, de conformidad a su imagen (la cual se forma en nosotros), de acceso descubierto a él, y de inefable comunión con él por toda la eternidad.


Rom 6:23  Porque la paga del pecado es muerte,  mientras que la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús,  nuestro Señor. 
Nos recuerda que la paga justa por el pecado y sus frutos es la muerte para todo aquel que desobedeciendo a Dios se aparta, mientras que el regalo, dadiva, o presente de Dios es vida eterna en unión con Cristo, lejos de Él, no hay nada, solo vana religiosidad, actos sin sentido y un yugo que nos domina y controla para hacer el mal.