lunes, 29 de abril de 2013

TIEMPO DE REFLEXIÓN



La familia Corona era una familia de seis hijos. El padre la mante­nía unida por medio del amor y la comprensión, pero de un día para otro el papá faltó. Con la gran pena que tenían todos, dejaron que uno de los hijos arreglara los papeles del testamento y de­más. Sin que se dieran cuenta el muchacho se apoderó de los negocios del padre, y no le importó dejar a la mamá sin nada. La familia no entendió a este hermano, y desde entonces vio con tristeza cómo su vida era totalmente vacía e incomprendida por los demás, pues lo único que lo movía era el dinero y la ambición de ser muy rico. Para él cada peso era un peso, y se las ingeniaba para averiguar la manera de despedir a sus trabajadores sin liqui­dación alguna, y cobraba lo que él llamaba favores, descontando el sueldo o de alguna otra manera. Su mamá se le acercó a él para decirle que su alma estaba vacía, y que estaba ciego de los dones que Dios le había dado; que se estaba quedando solo, pues la gran inteligencia que tenía la usaba en contra de los demás.
Dios nos da las habilidades para ayudar y ver por el bien de los otros, no para cegarnos creyendo que sólo nosotros importamos y que el mundo es el que está mal. En una reflexión familiar la mamá les dijo a los demás hermanos que los verdaderos ciegos son los que no encuentran la paz, porque ese afán de almacenar y almacenar dinero pese a quien le pese no es más que el vacío que se tiene en el alma, y que no se llenará hasta que se dé cuenta que ése no es el camino, hasta que abra los ojos dejando la ceguera que se ha provocado y encuentre el camino de Dios amando a los además, y entregándose, ayudando a salir adelante a quien más lo necesita, aportando su granito de arena para que todos los que colaboran con él tengan un mejor nivel de vida. La señora Corona pidió a sus hijos ayudar a su hermano a reflexionar cómo debe­mos ser con los demás, y por lo tanto, con nuestra familia, y a ver que esto depende de nosotros. Si entendemos que nuestro her­mano está ciego, ayudémoslo como ayudaríamos a un ciego a cruzar la calle y sigamos el ejemplo de Jesús, que nos enseña a amarlos y a ayudarlos.
Lucas 4:18   "El Espíritu del Señor está sobre mí,  porque me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres.  Me ha enviado para proclamar libertad a los presos y dar vista a los ciegos,  para poner en libertad a los oprimidos
Isa 44:18  No saben nada, no entienden nada;
 sus ojos están velados, y no ven;
 su *mente está cerrada, y no entienden.
En Isaías capítulo 44 encontramos la descripción de aquellos hijos que se han apartado del padre (Dios), son hijos que van tras deseos egoístas, que la vanidad les impide ver más allá de sus propios ojos, son tercos por más de que se les diga la verdad no la entienden, viven para satisfacer sus propios deseos sin importar lo que hacen a os demás, pues su mente y visión están bloqueados por el pecado que sobreabunda para destrucción de sus vidas, pero en Cristo encontramos redención y trasformación, en Cristo como menciona Lucas 4, él ha venido para traer libertad a los que están presos por sus deseos, vista a los que están ciegos y necesitan de nuestro amor y comprensión para ser llamados por el amor de Dios, para que dejen la opresión del pecado y puedan ver la luz resplandeciendo sobre sus vidas. Que podamos entender a aquellos que están ciegos por el odio, el rencor, la mentira y la vanidad que este mundo les ha hecho creer,, que podamos dar vista a los ciegos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo para que llenos de su Espíritu Santo demos gloria a su precioso nombre.

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